CAFÉ ZOMBIE ( Parte I)
La
primera vez que los vi ahí parados a la entrada del cementerio fue hace como
cuatro años. Nadie sabía cómo había tres muertos medio podridos caminando a media
noche por la calle, pero allí estaban.
La
policía vino, les dio bolillo, los amarró, los devolvió a sus tumbas, y a la
siguiente noche salieron igual.
Vinieron
doctores, científicos, periodistas y gente de todos lados a verlos y cuando
intentaban llevárselos para estudiarlos, los zombies caían inconscientes al
piso y volvían a estar muertos, y como así no servían, los enterraban otra vez,
pero de allí nuevamente se levantaban y salían a deambular en la noche.
Como
los muertos vivientes no hacían nada malo
y solo caminaban frente al cementerio en la noche, nos acostumbramos a verlos
siempre allí en el lugar donde cuadrábamos los taxis a la madrugada para
tomarnos un tinto, fumarnos un cigarrillo y descansar un poco, y al final , la
gente se aburrió de verlos haciendo los mismo, estirando los brazos mientras
caminaban y gemían cosas que nadie entendía; al fin y al cabo ya habían perdido
la gracias que tenían al principio, los turistas dejaron de visitarlos y
tomarles fotos. Alguna vez vinieron unos científicos del Ministerio de
Protección Social y por ahí decían que
querían estudiarlos, para ver cómo podían
revivir de esa misma forma a todos los soldaditos rasos , muertos los últimos
8 años y hacer que cumplieran un segundo servicio militar, pero al final, los
científicos se robaron la plata de la investigación y se volaron a Panamá. Los
zombies siguieron ahí cada noche como siempre de un lado al otro frente al
Cementerio Central.
Don
Guillermo Duarte fue el primero en atreverse a probar un tinto hecho por los
zombies.
Yo
no lo vi esa noche. Me lo contaron, porque yo estaba haciendo una carrera por
el Minuto de Dios, y no llegue a la hora en que un grupo grande de taxistas nos
encontrábamos casi siempre.
Me
dijeron que como raro don Guillermo llegó borracho y orilló mal su taxi contra
el andén a la entrada del Cementerio. Allí había cinco o seis compañeros más
que se dieron cuenta que don Guillermo ni siquiera se podía bajar del taxi de
lo borracho que estaba. Como siempre hacía lo mismo, lo dejaron allí para que
no empezará a molestar como de costumbre. De repente, algo extraño pasó unos
minutos después, uno de los zombies (la que parece que alguna vez fue una
señora), le acercó amablemente un vaso plástico con una bebida humeante, don
Guillermo volteó la mirada extrañado y en medio de su borrachera, quizás le
habría parecido que el zombie era una persona común y corriente, y se tomó de
una toda la bebida. Al tipo no solo se le quito la borrachera unos minutos
después, sino que aquel sabor especial y único, hizo de don Guillermo, un fiel
promotor del café hecho por los zombies
y dejando cualquier tapujo o repulsión, se volvió un cliente diario y
fiel de los que empezaron a conocer como “zombies tinteros”.
Así
pasaron tres años. Nadie jamás se intereso por conocer el origen de esta bebida, ni mucho menos sobre su preparación. Los taxistas nos dimos
cuenta de que los “zombies tinteros” eran hasta bacanos y aunque no podían
hablar bien , se hacían entender para cobrar el tintico de media noche, y claro
todos pagábamos gustosos, sin importarnos que a alguno de ellos les faltara un
pedazo de brazo, un ojo o que se les vieran los huesitos.
Con
el tiempo , los tres zombies cargaban grandes termos a sus espaldas, debían
repartir sus funciones para poder suplir la gran demanda de café. A veces este
se acababa antes de las tres de la mañana, cosa que le sacaba la piedra sobre
todo a los taxistas que venían desde más lejos solo para tomarse el delicioso café de los zombies
tinteros.
Continuará...
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