martes, 23 de julio de 2013

De la serie: "Aquellas raras historias de Latinoamérica" : Belice: The new nation of punks


Belice: The new nation of punks














El rumor se extendió como pólvora : Llegaron a la madrugada y sin decir nada les dieron una paliza. Eran seis chicas  y las golpearon hasta reventarles los ojos y tumbarles los dientes.

En el periódico no salió nada, No valia la pena gastar tinta en esa "plaga despreciable" que azotaba Londres. Esos punks vagabundos de ropas sucias y raídas se habían constituido en un fastidio indeseable del que nadie quería saber;  así que cuando esas chicas ebrias empezaron a gritar improperios a unos royal marines, estos no escatimaron esfuerzos y las golpearon brutalmente.
La Primera Ministra, esperando una reacción inmediata de parte de los punks, triplicó  la fuerza policial e  impuso un toque de queda en los suburbios más peligros, volcó gran parte de la caballería a las calles e incluso la armada transitó Londres con la orden de reaccionar contundentemente ante el mínimo asomo de revueltas por parte de los punks.

Aunque las personas contaban los minutos para que los enfrentamientos comenzaran, nada ocurrió. No hubo disturbios ni los punks atentaron en absoluto en contra de nada ni de nadie; incluso una gran cantidad de ellos desapareció de las calles como si las medidas de seguridad de la Primera Ministra los hubiera hecho esconderse  bajo  tierra como ratas.

La Primera Ministra sonrió tímidamente mirando por la ventana de su despacho: ya no se veían esas odiadas crestas rojas en la calle. Había ganado la batalla.

Una noche, justo cinco días después de que los policías golpearan a las mujeres, apareció una gigantesca mancha humana dirigiéndose al Puerto de Londres. Cientos de Punks marchaban armados hacia un solo objetivo en común: iniciar la peor revuelta de toda la historia de Inglaterra, empezando por el linchamiento de aquellos marines que habían golpeado a las mujeres y que se encontraban asilados en el buque Elizabeth of the Seas.

Dung Dunggie no era desconocido para las autoridades. Su escandalosa y viciosa vida era del común saber de la policía, Había estado más de una docena de veces en prisión y era considerado altamente peligroso; entre su prontuario figuraba vandalismo, uso ilegal de armas, porte y consumo de narcóticos, escándalo en vía pública, robo, agresión a la autoridad y un sinnúmero de delitos más; Pero si había algo por lo cual era más temido por la ley, era por su inigualable capacidad de liderazgo sobre los punks, Dung Dunggie lideraba una estrambótica banda de punk rock: Dead Rotten Gospell; sus conciertos siempre finalizaban en arrestos, golpizas y espectadores heridos. 

Aquel ataque inesperado de los cientos de punks hacia el Elizabeth of the Seas era obra suya. Sabía que los ataques esporádicos a la propiedad privada no tendrían una mayor trascendencia, y que para llevar la destrucción a su límite, habría que hacerlo de un solo golpe; debían aprovechar que gran cantidad de las autoridades estaban patrullando la ciudad y que los restantes que vigilaban el puerto no eran suficientes para contener lo que se aproximaba. Gracias a su gran poder de convocatoria, había logrado que las ansias de destrucción y venganza de cientos y cientos de punks aguardaran por unos pocos días, para darle así el inicio al final del sistema. Por supuesto que  correrían ríos de sangre. Ya no habría más futuro en Inglaterra, ni para ellos, ni para nadie.
La masa compacta de punks tomó con facilidad el puerto. Los militares y autoridades fueron reducidos de inmediato. Aunque dispararon varias ráfagas contra los atacantes, fue imposible terminar con la incontable cantidad de furiosos punks hambrientos de destrucción. Rodeados por los mismos, los militares terminaron suplicando por su vida antes de ser pisoteados por la infantería del no futuro. En pocos minutos la masa se había tomado el puerto y llegado al buque sin el mayor inconveniente. Era imposible combatir contra aquella densa fuerza humana que llevaba la destrucción a su paso. Dung Dunggie solo sabía que los marines estaban dentro del buque, pero no conocía su ubicación exacta dentro del mismo. La idea era sencilla: destruir el lugar, encontrar a los marines, lincharlos y desmembrarlos antes de que todas las fuerzas militares se volcaran para repeler el ataque. En pocos minutos, el Elizabeth of the Seas se había convertido en el más grande pandemonio de Inglaterra. A medida que la destrucción continuaba, un vapor amarillo empezó a cubrir el piso del buque y quienes se encontraban allí, empezaron a caer uno a uno víctimas de su inhalación. 
La Primera Ministra desde su despacho, soltó una carcajada aterradora.
El sol empezó a hacerse más fuerte y poco a poco hizo que se todos despertaran  por el calor inclemente que ya empezaba a quemar las pieles. 

Poco a poco se fueron poniendo de pié. Tambaleantes como por el efecto de una resaca de millones de galones de licor, los punks se dieron cuenta que ya no se encontraban en el Elizabeth of the Seas,  ni mucho menos aquel lugar era Londres



Caminaron entre la vegetación, muchos tomaron diferentes caminos y se internaron en la selva, unos  buscaron tierras altas para divisar mejor el lugar donde se encontraban, otros pelearon entre si valiéndose de las cadenas, navajas, bates y manoplas que llevaban al momento de ingresar al puerto; entonces, una gran parte del grupo que avanzó al occidente descubrió por fin en medio del asombro el lugar donde se encontraban:
El gran anuncio verde decía:
"Welcome To Gautemala"

Bajo el mismo anuncio, en el puesto fronterizo militarizado del otro lado de la frontera, los oficiales vieron con asombro como  empezaban a acercarse lenta y peligrosamente cientos de punks quienes presa de la sed y el hambre creyeron encontrar algo de provisiones de aquel lugar.

La reacción no se hizo esperar, y las autoridades advirtieron al gran grupo de punks que se alejaran del lugar. Estos al no entender español, y viendo el asomo de autoridad, se lanzaron armados de sus cadenas y armas, siendo atacados por las balas gautemaltecas. 
Los sobrevivientes se refugiaron en la selva y lograron encontrarse con otros  punks. Esa noche vieron sobrevolar helicópteros sobre la frontera y algunos camiones militares patrullaron los alrededores sin adentrase mucho en el lugar.
Sin respuesta alguna sobre como habían llegado a aquel lugar selvático donde se hablaba otro idioma, los punks se ocultaron dentro de la selva. Cada vez que un grupo se acercaba a un poblado eran interceptados por las autoridades, golpeados y de nuevo regresados a la selva. Lo único que recibían para sí, aparte de las golpizas era un:
-Back to the jungle!!!, fucking junkie
 A medida que avanzaban las semanas, los sobrevuelos de helicópteros se hicieron más frecuentes y la militarización de la frontera con Guatemala se triplicó. Los punks sobrevivientes se internaron más y más en el fondo de la selva,  donde el sonido se confundía con los movimientos y todo se hizo denso. Pronto creyeron que habían entrado en una dimensión diferente. La realidad como la creían conocer dejó de ser la misma. Entonces los conocieron.

Lo que había ocurrido trascendió las fronteras y fue ampliamente registrado por la prensa. Aquel ataque descarado de los criminales de Belice contra el puesto fronterizo guatemalteco se convirtió en noticia mundial. A pocos meses de ser una nación totalmente independiente de la Corona Británica, estos criminales habían osado atacar a su nación hermana poniendo a los dos países ad portas de una guerra.

Inglaterra no podía dejar al casi  nación soberana en manos de inadaptados que en cualquier momento podían esparcir la semilla de la anarquía. Bastante tenían ya con esos molestos Mayas que seguían resistiéndose a ser civilizados y continuaban poniendo oposición al progreso. Era un deber moral de la corona con Belice y sus vecinos fronterizos el evitar que esta situación pasara a mayores. Si habían podido convertir ese díscolo movimiento de los punks en jóvenes trabajadores idóneos con las políticas de progreso de la Primera Ministra (tal como lo documentó la televisión), Inglaterra tenía que  hacer lo mismo en sus territorios centro americanos.
"La independencia de Belice debería postergarse por tiempo indefinido hasta que Inglaterra no cumpla con su compromiso de estabilizar las fracturadas relaciones con sus vecinos y reestablecer el orden".

Las palabras de la Primera Ministra hicieron eco en la televisión mundial y la reiteración de su compromiso abolió cualquier cercana independencia del pequeño país. No sería fácil: los nuevos movimientos rebeldes dentro del territorio se habían ensañado en hostigar no solo las fronteras sino los poblados y todo aquel lugar donde el orden, el progreso y la libertad estaban presentes...
El vigésimo segundo año de la conmemoración del ataque rebelde fronterizo contra Guatemala coincidió con la independencia definitiva de Belice. Habían tenido que pasar 22 años para lograr que de nuevo este país quedara libre de la maldad que la aquejó y que estuvo a punto de expandir el caos a todo centro América. Ahora, en una fastuosa ceremonia, El Primer Ministro Británico concedía la independencia en medio del júbilo de sus habitantes. Belmopan lucía realmente exuberante, una ciudad moderna y altamente tecnificada, digna representante del progreso británico que desde ahora sería únicamente nacional. Los Primeros Ministros tanto de Inglaterra como de Belice se abrazaron en un acto fraterno. Una nueva nación por fin nacía, una nación libre de delincuencia y llena de paz a tal punto, que no requeriría ejército alguno, un ejemplo para el resto de América. Un regalo de Inglaterra para el continente americano.  Luego del abrazo,  todos caminaron por una avenida tapizada de orquídeas negras. El Primer Ministro de Belice se detuvo por un momento, puso la mano en su pecho y encontró un palo afilado que lo estaba atravesando. Alzó la mirada y justo antes de caer al piso vio como un inmenso ejército mestizo de piel cobriza, ojos azules y crestas de colores tomaba por sorpresa la celebración. Ya no eran los mismos mayas escondidos en la selva, ni tampoco los punks sacados de su país por medio del engaño de Dung Dunggie- quien siguiendo las órdenes de la Primera Ministra, había conducido a cientos y cientos de punks hacia el buque para ser llevados a Belice y ser  utilizados por el gobierno para crear un falso estado de emergencia en el pequeño país-. Ahora, eran ahora una nueva raza creada en lo más profundo de la selva y que había esperado más de dos décadas para reclamar su lugar.
El ataque fue imparable, estratégicamente planeado por la sabiduría maya y con un perfecto grado de destrucción generado  por la herencia punk. 
Allí mismo proclamaron la independencia, no como una nueva nación libre de la Corona Británica, sino un como un nuevo país salido del crisol de la manipulación y desarraigo…era Belice, la nueva nación de los punks.


Lo que el mundo vivió después de aquel día quedará registrado en la historia como la primera de una serie de  increíbles guerras en aquella parte del continente.  Pero esa… esa es otra historia.


1 comentario:

  1. Excelente, la lectura me ha parecido muy bien elaborada y recreativa, de hecho no esta muy lejos de la realidad a pesar de que es ficción, espero seguir leyendo las gratas historias de Latinoamèrica.

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