viernes, 4 de abril de 2014

De la Serie: "Aquellas Raras historias de Latinoamérica": El Tsunami de Chicha Morada


El tsunami de chicha morada.
Primera Parte






Aquellos quienes han tenido la oportunidad única de probar un vaso de chicha morada, concordarán con el autor en lo magnificente de la textura, color y sabor único de esta bebida peruana. Hoy se beben hogares, restaurantes y reuniones sociales por hombres, mujeres y niños, pero no fué siempre así.

Existió una época oscura donde se desató una secreta guerra que marcó la historia de este país, una extraña confrontación no de hombres, sino de bebidas, y de las ideas e intereses que tras ellas se escondían.

Para quienes tienen el privilegio de tenerla a la mano, ¡alcen sus vasos de chicha morada y brindemos por la luz que se vió después de esta guerra!, (aunque no fuera de los más diáfanos de los resplandores...)

La invasión se produjo en la media noche un 8 de julio, y su presencia causó el más aterrador pánico en los habitantes limeños. Empezaron a salir por todas partes, abriéndose espacio desde el fondo del piso a través de  agujeros de no más de 20 cms de diámetro que en cuestión de segundos crecían a varios metros para poder dar abasto a su inmensa cantidad.
El problema se hizo emergencia cuando las autoridades impotentes, las vieron abrirse paso desde el fondo de la tierra y salir por todas partes en el parque de Miraflores, en solo instantes, las cucarachas treparon los árboles del parque y devoraron a todos los gatos que solían residir en aquel lugar. Los insectos entraban por puertas y ventanas, se metían a los automóviles, llenaban albercas y piscinas y pocos días después toda la población en Lima permanecía encerrada en sus casas, tratando de mantener al margen a la plaga de cucarachas tapando cada rincón donde estas podían entrar, pero…era una misión casi que imposible; por más que cubrían cada pequeño espacio, estas terminaban entrando a las casas a través de los lugares menos esperados: los grifos del agua, las tomas eléctricas, los sanitarios...Las autoridades hacían esfuerzos infructuosos por detener y exterminar la plaga que azotaba la capital peruana.


La fumigación no fue suficiente y por cada tonelada de cucarachas muertas, salían en pocas horas otras tres aún más rápidas y voraces.
Pronto habían acabado no solo con la vegetación de la ciudad; además invadieron  basureros y se alimentaron de todo lo que había en los mismos; cazaron y devoraron a cuanto animal callejero se encontraba en las calles de Lima.
El siguiente paso desesperado  de las autoridades fue la incineración.
Cientos de policías hicieron fogatas por toda Lima e intentaron sin éxito replicar el fuego dirigido en contra de los insectos; pronto el hedor expelido por las cucarachas quemadas se convirtió en una nube tan densa que impidió toda visibilidad por parte de los oficiales.  Contrariamente, las cucarachas (casi ciegas de nacimiento) no tenían inconveniente y se multiplicaron haciendo insignificante el fuego que rondaba la ciudad. Solo bastaron cuatro días desde el momento en que apareció la primera cucaracha para que Lima fuera una ciudad en estado de emergencia a nivel mundial.



La primera fortaleza levantada para evitar la entrada de la plaga se hizo en solo dia y medio. Era una impresionante muralla electrificada de más de 9 metros que altura que recubría en su totalidad todo el perímetro de la Octopuss Kola, o más conocida comúnmente como la "OK Kola".
La "OK" era un imperio mundial de los refrescos y gaseosas que había llegado al Perú hacía más de 8 años y  en poco tiempo había sacado del  mercado a las gaseosas locales, posicionándose como la bebida gaseosa No 1 en la ciudad, a tal punto que habían obligado a la competencia a venderle sus fábricas a precios ridículamente irrisorios. La técnica no era difícil de entender:
Sabor diferente, fórmula secreta, y una impresionante cantidad de millones invertidos en mercadotecnia en todos los medios de comunicación existentes enfocados a los mas jóvenes.
Pronto, beber "OK" Kola estaba de moda y era sinónimo no solo de libertad sino de imagen. No se podía ser alguien feliz si no se compartía o disfrutaba una "OK" Kola, si no se tomaba una, no habían buenos momentos; y este slogan, parecía repetirse y ser parte ya de las costumbres de los habitantes de Lima,a tal punto, que en  plena crisis sanitaria producida por la invasión de las cucarachas, muchos jóvenes todavía salían a la calle solo en busca de una "OK" Kola, sin importar tener que caminar sobre capas y capas de cucarachas que  crugían como hojas secas al ser pisadas.



La OK" Kola parcia ser la única empresa en medio funcionamiento, a pesar de que, poco a poco, aquella barrera eléctrica se estaba volviendo obsoleta. De alguna manera, las cucarachas habían encontrado la manera de entraran a la gran planta de producción y empezaban a colarse entre la ropa de los operarios para hacer sus nidos y reproducirse en los sitios donde el calor proveía las condiciones adecuadas para incubar sus huevos.
No suficiente con esto, las autoridades pidieron a la planta que les cediera el sistema de protección eléctrica para instalarlo en los hospitales de la ciudad.

Como era de  imaginarse, no cedieron su propio sistema de seguridad, sino que pidieron un nuevo que sería arrojado desde un gigantesco avión carguero en un término no menor de 11 días. Posteriormente darían los planos para la construcción de nuevos sistemas que replicarían en otros hospitales. El costo no involucraba monto alguno, siendo la única condición para ello el de ordenar el fin total y definitivo del único enemigo que la OK" Kola tenía en la ciudad, un enemigo mucho más arraigado y poderoso que las mismas cucarachas que lentamente empezaban apoderarse de su planta protegida por la electricidad: su gran enemiga, La Gran Chicha de Cuzco.

Si bien, la gran chicha de  Cuzco no venía de este legendario lugar, el solo nombre  le había dotado de un misticismo y una energía contundente. Por siglos, la chicha morada había sido la bebida reinante no solo en el país inca sino que se consumía fuera de su territorio con inmensa aceptación. Al ingresar la OK" Kola al Perú, pudo exterminar con relativa facilidad a sus competidores locales, gracias a sus estrategias de mercadotecnia, pero no pudo desbancar a los productores de chicha morada, permaneciendo todavía como la bebida más consumida en el país. Algo que la OK" Kola se había permitido en ningún país donde había penetrado.

Los pequeños productores industriales fueron saboteados con facilidad, mientras que paralelamente la OK" Kola compraba a las fabricas de refrescos y gaseosas locales;  pese a esto, la chicha morada se continuaba consumiendo. Pronto el gigante extranjero tuvo que tomar medidas mas drásticas para quitar más mercado y posicionarse como líder: en una inteligente y  corrupta jugada, patrocinó y financió a un grupo político que al ser finalmente elegido, logró que se prohibiera la elaboración de chicha morada dentro del área urbana de Lima, argumentando motivos sanitarios en su realización que podían afectar el medio ambiente dentro de la periferia. Pese a lo ridículo de las argumentaciones, la ley se implementó y los pocos productores sobrevivientes se unieron para buscar una solución final que los llevara a continuar con la producción de chicha morada.

La Gran Chicha de Cuzco se convirtió en la única alternativa para evitar la desaparición absoluta de la chicha morada a manos de las sucias jugadas de la OK" Kola. La unión de los productores limeños se instaló en el único lugar que escapaba a la cobertura de la ley anti chicha morada: una vieja plataforma petrolera abandonada, a 11 kilómetros mar adentro justo frente a playa de  Chorrillos. Si bien la ley anti chicha morada era altamente prohibitiva, tenía un error que había sido aprovechado por La Gran  Chicha de Cuzco: La producción estaba vetada en el área urbana, no hablaba nada de la distribución, por lo cual, grandes barriles de madera eran llevados a tierra desde la plataforma marítima a través de las lanchas de pescadores lugareños y distribuidos por viejos camiones y taxis a los centros de venta donde muchos esperaban incluso horas para tomar un vaso de la tradicional chicha morada.
Después que la ley se había encrudecido frente a los productores caseros de chicha (se conoce el caso de una abuela que fue encarcelada por hacer una jarra de chicha y darle un vaso a su nieto), la “OK" Kola preparaba una contraofensiva contra su rival, pese a haberle ganado con la ley un buen porcentaje del mercado.

Accediendo a los requerimientos de la “OK" Kola, ahora todas las autoridades debían no solo combatir los insectos que inundaban toda Lima, sino que debían evitar a toda costa que los botes con chicha morada provenientes de la plataforma llegaran a tierra. Las embarcaciones eran regresadas a la fuerza so pena de ser vertido su  contenido al mar. En tierra, los pocos lugares donde aun se vendía la chicha fueron cerrados y algunos de estos llegaron a ser incinerados argumentando que eran un punto de reproducción masiva de las cucarachas.
Aislados en alta mar, los trabajadores de la Gran Chicha de Cuzco, continuaron produciendo chicha morada y pronto crearon un monumental tanque de almacenamiento de 47 millones de galones para guardar la chicha; habían procurado abstenerse de todos los recursos necesarios por lo que el maíz no era un asunto de preocupación.  Continuaban produciendo la  chicha morada mientras buscaban la manera de hacerla llegar a Lima, mientras que en la capital peruana solo reinaban, la soledad, las cucarachas y la “OK" Kola.



Solo restaban unas seis horas para la llegada del helicóptero que dejaría en tierra el nuevo sistema eléctrico desarrollado para evitar la entrada de las cucarachas a los hospitales y e  implementado en silencio por parte de la “OK" Kola desde el momento en que habían desatado la plaga de  insectos paridos desde el centro de la tierra al escavar los recursos de la misma.  Con la llegada del nuevo equipamiento, venían además los nuevos componentes eléctricos para re potenciar el sistema repelente de la planta, con la cual se buscaba desterrar del todo a las cucarachas del lugar, las cuales ya habían salido dentro de algunas botellas de “OK" Kola en un restaurante de San Isidro.

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