El tsunami de
chicha morada.
Primera Parte
Aquellos
quienes han tenido la oportunidad única de probar un vaso de chicha morada,
concordarán con el autor en lo magnificente de la textura, color y sabor único
de esta bebida peruana. Hoy se beben
hogares, restaurantes y reuniones sociales por hombres, mujeres y niños, pero
no fué siempre así.
Existió una
época oscura donde se desató una secreta guerra que marcó la historia de este
país, una extraña confrontación no de hombres, sino de bebidas, y de las ideas
e intereses que tras ellas se escondían.
Para quienes tienen
el privilegio de tenerla a la mano, ¡alcen sus vasos de chicha morada y
brindemos por la luz que se vió después de esta guerra!, (aunque no fuera de
los más diáfanos de los resplandores...)
La invasión se
produjo en la media noche un 8 de julio, y su presencia causó el más aterrador
pánico en los habitantes limeños. Empezaron a salir por todas partes, abriéndose
espacio desde el fondo del piso a través de agujeros de no más de 20 cms
de diámetro que en cuestión de segundos crecían a varios metros para poder dar
abasto a su inmensa cantidad.
El problema se
hizo emergencia cuando las autoridades impotentes, las vieron abrirse paso
desde el fondo de la tierra y salir por todas partes en el parque de
Miraflores, en solo instantes, las cucarachas treparon los árboles del parque y
devoraron a todos los gatos que solían residir en aquel lugar. Los insectos
entraban por puertas y ventanas, se metían a los automóviles, llenaban albercas
y piscinas y pocos días después toda la población en Lima permanecía encerrada
en sus casas, tratando de mantener al margen a la plaga de cucarachas tapando
cada rincón donde estas podían entrar, pero…era una misión casi que imposible;
por más que cubrían cada pequeño espacio, estas terminaban entrando a las casas
a través de los lugares menos esperados: los grifos del agua, las tomas eléctricas,
los sanitarios...Las autoridades hacían esfuerzos infructuosos por detener y exterminar
la plaga que azotaba la capital peruana.
La fumigación no
fue suficiente y por cada tonelada de cucarachas muertas, salían en pocas horas
otras tres aún más rápidas y voraces.
Pronto habían
acabado no solo con la vegetación de la ciudad; además invadieron basureros y se alimentaron de todo lo que
había en los mismos; cazaron y devoraron a cuanto animal callejero se
encontraba en las calles de Lima.
El siguiente
paso desesperado de las autoridades fue
la incineración.
Cientos de
policías hicieron fogatas por toda Lima e intentaron sin éxito replicar el
fuego dirigido en contra de los
insectos; pronto el hedor expelido por las cucarachas quemadas se convirtió en
una nube tan densa que impidió toda visibilidad por parte de los oficiales. Contrariamente, las cucarachas (casi ciegas de
nacimiento) no tenían inconveniente y se multiplicaron haciendo insignificante
el fuego que rondaba la ciudad. Solo bastaron cuatro días desde el momento en
que apareció la primera cucaracha para que Lima fuera una ciudad en estado de
emergencia a nivel mundial.
La primera
fortaleza levantada para evitar la entrada de la plaga se hizo en solo dia y
medio. Era una impresionante muralla electrificada de más de 9 metros que
altura que recubría en su totalidad todo el perímetro de la Octopuss Kola, o más
conocida comúnmente como la "OK Kola".
La
"OK" era un imperio mundial de los refrescos y gaseosas que había
llegado al Perú hacía más de 8 años y en
poco tiempo había sacado del mercado a
las gaseosas locales, posicionándose como la bebida gaseosa No 1 en la ciudad, a
tal punto que habían obligado a la competencia a venderle sus fábricas a
precios ridículamente irrisorios. La técnica no era difícil de entender:
Sabor
diferente, fórmula secreta, y una impresionante cantidad de millones invertidos
en mercadotecnia en todos los medios de comunicación existentes enfocados a los
mas jóvenes.
Pronto, beber
"OK" Kola estaba de moda y era sinónimo no solo de libertad sino de
imagen. No se podía ser alguien feliz si no se compartía o disfrutaba una
"OK" Kola, si no se tomaba una, no habían buenos momentos; y este
slogan, parecía repetirse y ser parte ya de las costumbres de los habitantes de
Lima,a tal punto, que en plena
crisis sanitaria producida por la invasión de las cucarachas, muchos jóvenes
todavía salían a la calle solo en busca de una "OK" Kola, sin
importar tener que caminar sobre capas y capas de cucarachas que crugían como hojas secas al ser
pisadas.
La OK"
Kola parcia ser la única empresa en medio funcionamiento, a pesar de que, poco
a poco, aquella barrera eléctrica se estaba volviendo obsoleta. De alguna
manera, las cucarachas habían encontrado la manera de entraran a la gran planta
de producción y empezaban a colarse entre la ropa de los operarios para hacer
sus nidos y reproducirse en los sitios donde el calor proveía las condiciones adecuadas
para incubar sus huevos.
No suficiente
con esto, las autoridades pidieron a la planta que les cediera el sistema de protección
eléctrica para instalarlo en los hospitales de la ciudad.
Como era
de imaginarse, no cedieron su propio sistema de seguridad, sino que
pidieron un nuevo que sería arrojado desde un gigantesco avión carguero en un término
no menor de 11 días. Posteriormente darían los planos para la construcción de
nuevos sistemas que replicarían en otros hospitales. El costo no involucraba
monto alguno, siendo la única condición para ello el de ordenar el fin total y
definitivo del único enemigo que la OK" Kola tenía en la ciudad, un
enemigo mucho más arraigado y poderoso que las mismas cucarachas que lentamente
empezaban apoderarse de su planta protegida por la electricidad: su gran
enemiga, La Gran Chicha de Cuzco.
Si
bien, la gran chicha de Cuzco no venía de este legendario lugar, el solo
nombre le había dotado de un misticismo y una energía contundente. Por
siglos, la chicha morada había sido la bebida reinante no solo en el país inca
sino que se consumía fuera de su territorio con inmensa aceptación. Al ingresar
la OK" Kola al Perú, pudo exterminar con relativa facilidad a sus
competidores locales, gracias a sus estrategias de mercadotecnia, pero no pudo
desbancar a los productores de chicha morada, permaneciendo todavía como la
bebida más consumida en el país. Algo que la OK" Kola se había permitido
en ningún país donde había penetrado.
Los
pequeños productores industriales fueron saboteados con facilidad, mientras que
paralelamente la OK" Kola compraba a las fabricas de refrescos y gaseosas
locales; pese a esto, la chicha morada se continuaba consumiendo. Pronto el
gigante extranjero tuvo que tomar medidas mas drásticas para quitar más mercado
y posicionarse como líder: en una inteligente y corrupta jugada, patrocinó
y financió a un grupo político que al ser finalmente elegido, logró que se
prohibiera la elaboración de chicha morada dentro del área urbana de Lima,
argumentando motivos sanitarios en su realización que podían afectar el medio
ambiente dentro de la periferia. Pese a lo ridículo de las argumentaciones, la
ley se implementó y los pocos productores sobrevivientes se unieron para buscar
una solución final que los llevara a continuar con la producción de chicha
morada.
La
Gran Chicha de Cuzco se convirtió en la única alternativa para evitar la desaparición
absoluta de la chicha morada a manos de las sucias jugadas de la OK" Kola.
La unión de los productores limeños se instaló en el único lugar que escapaba a
la cobertura de la ley anti chicha morada: una vieja plataforma petrolera
abandonada, a 11 kilómetros mar adentro justo frente a playa de
Chorrillos. Si bien la ley anti chicha morada era altamente prohibitiva, tenía
un error que había sido aprovechado por La Gran Chicha de Cuzco: La producción
estaba vetada en el área urbana, no hablaba nada de la distribución, por lo
cual, grandes barriles de madera eran llevados a tierra desde la plataforma marítima
a través de las lanchas de pescadores lugareños y distribuidos por viejos
camiones y taxis a los centros de venta donde muchos esperaban incluso horas
para tomar un vaso de la tradicional chicha morada.
Después
que la ley se había encrudecido frente a los productores caseros de chicha (se
conoce el caso de una abuela que fue encarcelada por hacer una jarra de chicha
y darle un vaso a su nieto), la “OK" Kola preparaba una contraofensiva
contra su rival, pese a haberle ganado con la ley un buen porcentaje del
mercado.
Accediendo a
los requerimientos de la “OK" Kola, ahora todas las autoridades debían no
solo combatir los insectos que inundaban toda Lima, sino que debían evitar a
toda costa que los botes con chicha morada provenientes de la plataforma
llegaran a tierra. Las embarcaciones eran regresadas a la fuerza so pena de ser
vertido su contenido al mar. En tierra, los pocos lugares donde aun se vendía
la chicha fueron cerrados y algunos de estos llegaron a ser incinerados
argumentando que eran un punto de reproducción masiva de las cucarachas.
Aislados en
alta mar, los trabajadores de la Gran Chicha de Cuzco, continuaron produciendo
chicha morada y pronto crearon un monumental tanque de almacenamiento de 47 millones
de galones para guardar la chicha; habían procurado abstenerse de todos los
recursos necesarios por lo que el maíz no era un asunto de preocupación.
Continuaban produciendo la chicha morada mientras buscaban la manera de
hacerla llegar a Lima, mientras que en la capital peruana solo reinaban, la
soledad, las cucarachas y la “OK" Kola.
Solo
restaban unas seis horas para la llegada del helicóptero que dejaría en tierra
el nuevo sistema eléctrico desarrollado para evitar la entrada de las cucarachas
a los hospitales y e implementado en
silencio por parte de la “OK" Kola desde el momento en que habían desatado
la plaga de insectos paridos desde el centro de la tierra al escavar los
recursos de la misma. Con la llegada del
nuevo equipamiento, venían además los nuevos componentes eléctricos para re
potenciar el sistema repelente de la planta, con la cual se buscaba desterrar
del todo a las cucarachas del lugar, las cuales ya habían salido dentro de
algunas botellas de “OK" Kola en un restaurante de San Isidro.
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