Capítulo
V
Capítulo
Final
“La
marioneta y el círculo de Abasa ”
(…)
Natasha se involucró aún más convirtiéndose en nuestra guía espiritual de
invocaciones (gracias a la experiencia de su nana), pero el fantasma de Cuco
solo continuaba atormentándonos en lugar de unirse a nuestra ceremonia.
Exhausta,
Natasha admitió:
-El
problema es el lugar, hay que llamar su espíritu en el lugar donde iban a hacer
el juramento…
Y
regresamos esa misma tarde a la ciudad; entonces, ya nada volvió a ser como
antes.
Margarita respiró
profundamente antes de tocar la puerta del apartamento de Cuco con la palma de
la mano. Me miró con ojos temerosos y cristalinos antes de exhalar lentamente
una bocanada de aire, como queriendo con ello retrasar la entrada al lugar.
Detrás nuestro Natasha y Rafaelo se besaban copiosamente, como siempre solían
hacerlo. Yo miré a Margarita antes de tomar el último trago de una botella de jerez
que venía bebiendo desde el avión.
-Si esto no funciona aquí,
me daré por vencida- dijo Natasha.
-Espero que así sea-
respondí mientras me tapaba la nariz con la mano para evitar seguir oliendo el
dulcísimo olor de Cuco que había aumentado desde que llegamos al lugar.
Margarita sacó de su
bolsillo un manojo de llaves que le había dado el portero del edificio a cambio
de una buena suma de dinero; previamente habíamos preguntado a este si la
abuela de Cuco se encontraba en el lugar, a lo cual el hombre nos había
respondido que desde la muerte de su nieto, esta no había aparecido.
No fue necesario usar las
llaves. Al introducirlas en la cerradura, Margarita se dio cuenta que la puerta
estaba abierta y solo la empujó suavemente hasta abrirla. Se escuchó un leve
chillido de las bisagras mientras entramos lentamente uno tras otro hasta la
amplia sala del apartamento. Intentamos prender alguna luz pero fue imposible
encontrar un interruptor en la pared; permanecimos a oscuras mientras que
Rafaelo haciendo memoria, ubicaba a ciegas una de las lámparas que se
encontraban en las mesas; después de tropezar y maldecir en un par de
ocasiones, por fin pudo encender una lámpara que iluminó tenuemente aquel
lugar. De inmediato, intenté buscar dónde se encontraban las botellas de
licor y me dirigí hacia un pequeño bar
ubicado en una pared contigua. Natasha me tomó por el brazo y me detuvo.
-No!.-dijo secamente-.
Nos pidió que nos juntáramos
y así como lo había hecho tantas veces en Moncowa, comenzó a invocar al espíritu
de Cuco:
-Cuco, amigo, hermano,
compañero... sabemos que tu alma se encuentra errante por los senderos que
recorriste en vida... hoy estamos aquí, implorando tu presencia para liberarte
de las ataduras terrenales y cumplir con nuestras promesas…. Cuco, amigo,
hermano, compañero... sabemos que tu alma se encuentra errante por los senderos
que recorriste en vida...
Continuamos por largos
minutos esperando que el espectro de Cuco apareciera, pero no fue así.
Mantuvimos la paciencia como única opción de librarnos de el, pero con el paso
del tiempo, la voz de Natasha se volvió desesperanzada y eso hizo mella en
nuestra confianza.
Justo cuando Natasha había llegado al punto de repetir por repetir la invocación, y ya nos habíamos sentado en los mismos sofás donde tiempo atrás yo me acostaba borracho, sentimos uno leve ruido proveniente de las habitaciones; un paso lento... y unos segundos después otro paso. Luego, silencio absoluto. Permanecimos petrificados por el sonido.
Justo cuando Natasha había llegado al punto de repetir por repetir la invocación, y ya nos habíamos sentado en los mismos sofás donde tiempo atrás yo me acostaba borracho, sentimos uno leve ruido proveniente de las habitaciones; un paso lento... y unos segundos después otro paso. Luego, silencio absoluto. Permanecimos petrificados por el sonido.
-Es el!, es el!-chilló
Margarita mientras me clavaba las uñas en el brazo.
-Puede ser cualquier
cosa-respondí apático-
-Cállense,
estúpidos!-protestó Natasha, y continuó:
-Amado Cuco, si esta es tu esencia
que se hace presente, y deseas que permanezcamos en el lugar que fue tu hogar, indícanos...
De nuevo el silencio inundó
el lugar.
-¿Que les dije?, eso no es
nada, pudo ser cualq….
De nuevo se escucharon dos
pasos, iguales de lentos y cansados que los anteriores.
-Es el! Es el ¡ Maldita
sea!...es Cuco!-volvió a chillar Margarita.
Natasha asintió con una
mirada seria y pétrea que jamás le había visto, y mucho menos en sus
películas.
-¿Que hacemos
ahora?-Preguntó Rafaelo, quien hasta el momento había mantenido total silencio.
-Vamos a buscarlo, somos
nosotros quienes lo invocamos-respondió Natasha.
Caminamos lentamente en fila
india hasta adentrarnos en un pasillo donde la luz de la lámpara de la sala ya
no nos iluminaba. Natasha permanecía con sus innovaciones en voz baja mientras
Margarita se aferraba a mi brazo enterrando sus uñas. Detrás mío, Rafaelo no me
soltaba la camisa, y yo, solo deseaba tropezar con una botella y beberla de
inmediato para retomar el valor que me faltaba.
Entonces, nos detuvimos de
inmediato y dimos un sobresalto de terror. Frente nuestro, flotaba una llama
pequeña amarilla que se movía al compás del viento.
Poco a poco la llama se fue
acercando y aumentando de tamaño, hasta que dejó ver que tras ella se escondía
lo que parecía ser un rostro arrugado y pálido, lleno de sombras y pliegues
espantosos.
-¿Quién anda allí?-dijo una
voz cansada y aguda.
Después de unos instantes
comprendí lo estúpidos que habíamos sido
hasta ese momento:
Ningún espectro había respondido las peticiones de Natasha; esa voz no era de otra persona que de la abuela de Cuco, y nosotros cuatro, en lugar de estar muertos del susto, podíamos matar de miedo a aquella pobre vieja...¡valientes estúpidos! entonces, traté de hablar en voz baja y les indiqué que retrocediéramos antes de ser vistos y continuar con aquellatontería.
Ningún espectro había respondido las peticiones de Natasha; esa voz no era de otra persona que de la abuela de Cuco, y nosotros cuatro, en lugar de estar muertos del susto, podíamos matar de miedo a aquella pobre vieja...¡valientes estúpidos! entonces, traté de hablar en voz baja y les indiqué que retrocediéramos antes de ser vistos y continuar con aquellatontería.
-¿Quién anda allí?-¿Quién, quién
es?-volvió a preguntar la anciana.
Casi al momento de regresar
a la sala y ser visibles, le dije a Natasha:
-Esa es la abuela de Cuco!,
vámonos ya antes que le dé un infarto por culpa nuestra!
-Pero nos dijeron que no
había nadie!-Susurró Margarita-
-Pues nos dijeron mal!-protesté-
vámonos ya!
-¿Quién anda allí?-¿Cuco?,
hijito? ¿Eres tu?-dijo la mujer con voz nerviosa.
Una sensación de tristeza
sacudió mi cuerpo, el solo hecho de imaginar a aquella anciana solitaria, aun
creyendo que su nieto continuaba con vida y que su muerte solo había sido un
sueño, me hizo dar cuenta que el olor, así como su voz y su “fantasma”,
estaban en nuestra conciencia, y que el recuerdo apegado en su
abuela, era la prueba fehaciente de ello.
Sentí nostalgia, vergüenza, pena, y a medida que continuaba retrocediendo para escapar del lugar antes de ser visto, su olor se hacía cada vez más fuerte y desesperante.
Sentí nostalgia, vergüenza, pena, y a medida que continuaba retrocediendo para escapar del lugar antes de ser visto, su olor se hacía cada vez más fuerte y desesperante.
-Señora…Señora, disculpe, no
se asuste por favor-dijo Margarita con la voz temblorosa- Somos nosotros…los
amigos de Cuco…no sabíamos que usted
estaba aquí…solo veníamos a hacerle un homenaje a su nieto…no se asuste…discúlpenos...no encontramos como encender la luz...
-¿Cuco? ¿eres tú?, ¿Estás
allí?-volvió a preguntar la abuela a medida que se acercaba más a la sala donde
ya habíamos llegado -
-Vámonos ya!-le dije a
Rafaelo- Esta viejita es sorda, vámonos antes que nos vea, Margarita…Natasha….vámonos!
Halé a las dos mujeres unos
pasos pero no pudimos avanzar más. Una fuerza extraña sacudió nuestros cuerpos
y nos hizo permanecer inmóviles en la sala del apartamento, justo al instante que escuchamos otra voz:
-Si, abuelita…aquí estoy...
-¡Si, Cuco, que bueno!, entonces…¡ya
estamos todos!- Dijo la anciana con una extraña voz risueña.
Unos momentos después, la
tenue luz de la lámpara de la sala nos permitió ver por primera vez a la abuela
de Cuco. Era una mujer enjuta y encorvada que arrastraba sus pies lentamente a
medida que se aproximaba. Su rostro alargado, parecía un arado infinito de arrugas
y sus manos esqueléticas y blanquísimas pese a que temblaban, aún mantenían la
vela que alumbraba su camino en la oscuridad.
Cuco estaba con vida… ¿Qué
tipo de engaño había sido este?
Intenté voltear a mirar a
Margarita pero mi cuello, así como el resto de mi cuerpo, permanecía inmóvil;
apenas si podía girar con dificultad los ojos para verla de reojo y detrás de
ella a Rafaelo. A mi lado permanecía Natasha; pero ella, a diferencia del
resto, estaba moviendo la cabeza en señal de negación, a medida que la anciana
se acercaba más y más.
-Cuco… Cuco, llévalos al
centro de la sala. Los quiero todos juntos…-dijo la vieja, y acto seguido apagó
la llama de la vela con un soplido.
Entonces, Cuco apareció de
las sombras. Era el mismo: su ropa grande y de muchos colores mal combinados,
su caminar lento y sus movimientos torpes. Pero algo había cambiado en él. Su
mirada estaba perdida, rígida y sin pestañeos; estaba más pálido que de costumbre
y su voz era mucho más pausada cuando respondió:
-Si…abuela.
Se acercó a la inmóvil y
muda Margarita y la tomó de los hombros alzándola con gran facilidad; estaba
volteándose para llevarla al centro de la sala cuando Natasha gritó:
-Déjenos ir!. Se lo ruego,
perdónenos la vida!!!
-Jajajajajaja-rió la anciana
al acercarse- Podría dejarte ir porque no me sirves…podrías guardar silencio
pero nunca haces caso…gritona!
Natasha la miró a los ojos
como intentando descubrir algo oculto en su vítreo mirar .
Permanecieron unos instantes asi, viéndose la una a la otra sin pestañear.
De repente, Natasha entró en pánico y dos lágrimas rodaron velozmente por sus mejillas.
Permanecieron unos instantes asi, viéndose la una a la otra sin pestañear.
De repente, Natasha entró en pánico y dos lágrimas rodaron velozmente por sus mejillas.
-¡Déjenos salir!, ¡déjenos
salir!- Gritó con la desesperada voz de quien ha hecho un
descubrimiento-No diremos nada, no haremos nada, se lo ruego, se lo suplico,
déjenos salir!
La anciana negaba con la
cabeza mientras reía.
-Rafaelo, ayúdame mi amor,
sácame de acá-continuaba sollozando desesperada-, ¡esta no es una anciana!,
esta, esta...
No alcanzamos a escuchar con
claridad sus últimas palabras que sonaron inundadas por la sangre. Justo antes
de que Natasha nos dijera el verdadero origen de la abuela de Cuco, esta sacó
su asquerosa y puntiaguda lengua y perforó la garganta de Natasha de un solo golpe. Apenas pudimos ver
como con sus últimos esfuerzos intentaba terminar su frase antes que su cuello
empezara a lanzar chorros de sangre y cayera muerta a mis pies.
Nosotros que estábamos
inmóviles de cuerpo y habla apenas pudimos gemir de horror sobre lo que
estábamos viendo en aquel momento. Cuco
continuó llevando a Margarita al centro de la sala y regresó por Rafaelo quien
con ojos extremadamente abiertos contemplaba el cuerpo sin vida de su amor
bañado en su propia sangre.
Cuando los tres quedamos en
el centro de la sala, totalmente petrificados pese a que no teníamos atadura alguna, la anciana se
acercó a Rafaelo y le susurró al oído:
-Demasiado buena para
ti…demasiado activa para ti…¿creíste que iba a dejar que durara más tiempo?,
jajajajajajajaja…-y continuó:
-Cuanto tiempo los he estado
esperando mis niños…por fin los tengo de frente…tanto tiempo mirándolos desde
las sombras, tanto tiempo preparándome para este momento….cuidándolos….para
mi….
Mi mirada de desconcierto se
hizo más que notoria, no podía entender como Cuco (a quien habíamos enterrado,
aún estaba con vida), ni como ahora nos encontrábamos paralizados e
inmovilizados por estos hilos invisibles... tampoco como esa anciana había
matado a Natasha de aquella forma..no podía entender absolutamente nada...ni lo que estaba pasando, ni sus palabras sin sentido. Cuco
permanecía a su lado sin parpadear, con la
mirada perdida y vacía, como una especie de robot gordo y torpe.
¿Es que aún no comprenden?
¿Aún no saben lo privilegiados que son al haber sido mis elegidos?-dijo
respondiendo al ver mi mirada desconcertada.
-Los he estado esperando por
tanto tiempo-continuó-Ustedes no encontraron a Cuco, el los encontró para mi….es
su labor, mi marioneta busca lo que deseo y lo que deseo es…
Margarita gimió desesperada
al ver cuando la anciana volvió a sacar su acuosa lengua afilada que le llegó a
la mitad del pecho.
Cuco fue una buena
marioneta-prosiguió-pero hoy, antes que los devore, uno de ustedes lo
reemplazará y estará a mi lado por los próximos 36 años, así como el lo
estuvo….el resto no se preocupe…será mi alimento!
La vieja nos miró mientras
se reía mostrando sus dientes verdes y disparejos; retrocedió unos pasos y
dibujó un círculo invisible en el aire; puso la palma de la mano en el y fue
cerrando poco a poco el puño. Miró a Cuco y le dijo:
-¿Alguien en mente?
-Margarita, abuela, porque
Margarita nunca me quiso…
-Me parece bien, Cuco,
-respondió- y caminó hacia ella- hace varios siglos que no tengo una mujer como
marioneta y quizás esta podría funcionar...
Margarita empezó a gemir de
nuevo haciendo esfuerzos sobrehumanos para intentar en vano de liberarse y
huir. Yo solamente podía mirar la escena con ojos desorbitados,; creo que si
hubiera tenido control sobre mi cuerpo, hacía tiempo habría perdido el control
sobre mis esfínteres. Rafaelo estaba lejos de mi limitado alcance visual.
Tampoco lo escuchaba gemir.
La anciana se acercó a ella
y con la uña de su pulgar derecho hizo una señal en su frente. Recitó unos
versos incomprensibles y luego llamó a Cuco. Este miró a la anciana y cuan alto
era, comenzó a dejar escurrir su saliva verde sobre la frente de Margarita. Y
allí permanecieron por largo rato mientras la abuela regresaba al círculo
invisible que había dibujado con la mano.
-Energía Inútil- Todo se
trata de energía inútil- dijo-muchos de nosotros nos alimentamos de la energía de los demás, de
sus estados de ánimo, de sus temperamentos…pero, es una energía efímera y
pasajera; pero yo... yo descubrí que la energía inútil es más durable, pura y
casi ilimitada… ustedes, mi fuente de energía inútil, mi alimento…una vez
consuma su energía inútil, podré descansar por muchísimos mas años de los que he
descansado antes….todo aquello que nunca hicieron, todo aquello que pudieron
hacer o pensaron hacer pero que solo quedó en eso…toda esa energía que pudieron
emplear y se quedó estática…muerta…inútil…todo ese cúmulo de energías ni
siquiera desperdiciadas es de lo que yo me alimento…y para ser un buen
alimento, ustedes se han dejado cosechar muy bien!
No fué necesario buscar más explicaciones a las preguntas que hacía unos instantes me había
hecho. Esa cosa, sea lo que fuere, había usado a Cuco (su nieto, marioneta,
esclavo o lo que sea), para aumentar nuestra inutilidad… aquellos hechos
fortuitamente extraños que habían acontecido con nosotros (ganar la lotería,
encontrar el amor o liberarse de los maltratos de Ángela), habían sido
provocados premeditadamente por la abuela de Cuco…¿como?No tenia ni idea....cuanto deseaba una botella de
ron…
La mujer se acercó a Rafaelo, y yo, de reojo, podía
observar como Cuco bañaba a Margarita con su saliva verde la cual ya cubría por
completo su cabeza.
-¿Este no responde? –dijo la
abuela al ver a Rafaelo, quien evidentemente se había desmayado al ver la
muerte de su amada a manos de la anciana.
-Vamos a probar la energía
inútil de la sucia vida de Rafaelo…
La mujer dijo un par de
palabras en un lenguaje extraño y de repente, aquel círculo invisible que había
dibujado en el aire se volvió de un naranja fulgurante y las manchas de ese
mismo color se hicieron más visibles y brillantes en la piel de Rafaelo. Poco a
poco, empezaron a desprenderse de estas unos amorfos hilos de luz que
llenaron el círculo en el aire. Toda la habitación se iluminó de naranja y pude
ver donde quedaba el bar…tristemente no podía hacer nada para apoderarme de una
botella. La abuela de Cuco miro complacida como se llenaba por completo el
círculo y caminó poniéndose detrás de este.
-El círculo de Abasa, contenedor
de energía inútil-dijo-los druidas lo conocían, pero lo hemos mejorado…el aire
es un elemento más etéreo que la roca y más manipulable….mi contenedor está
casi lleno!
Giré los ojos para ver a
Rafaelo pero lo poco que me permitíó la vista fue hallar un cúmulo de músculos
y huesos que expedían visos naranja viajando hacia el círculo de Abasa. Con
terror, giré los ojos hacia Margarita quien ya era una masa de saliva verde que
seguía saliendo de la boca de Cuco. Estaba completamente solo. Mi terror aumentó cuando la anciana sacó su
horrible y puntiaguda lengua viscosa y comenzó a lamer los bordes del círculo
naranja. Poco a poco, alargó más y más su lengua hasta lamer por completo el diámetro.
Entonces aceleró la acción y comenzó a succionar la energía inútil que se
encontraba contenida. Después de largos minutos, la energía del difunto Rafaelo
había desaparecido y la abuela de Cuco comenzó a reír copiosamente. Su piel
brillaba de color naranja y su semblante parecía mucho más monstruoso y casi
menos humano.
-Esta energía inútil es
deliciosa! –gritó- no saben el bienestar que me ha dado…ahora, no puedo perder
el tiempo más contigo, porque sigues tú, y me comeré tu energía antes que
Margarita sea mi nueva marioneta…
Se acercó a mí y de nuevo
repitió esas irreconocibles palabras, pero además sacó su lengua horrible y la
pasó por mi frente haciéndome una herida sangrante. Sin demora, comenzó a salir
de mis manchas los mismos visos naranjas que habían salido de Rafaelo. La
energía inútil escapaba de mí y a diferencia de Rafaelo, esta llenó mucho más
rápido el círculo de Abasa, los destellos no dejaban de salir de mi cuerpo y
empezaban a desbordar los límites del círculo llenando la sala de una intensa y
cegadora luz naranja. La abuela de Cuco tenía una mirada más que sorprendida y
pareciera como si nunca hubiese visto tal cantidad de energía inútil acumulada
en un círculo; se lanzó hacia el y empezó a lamer los bordes, pero la energía
inútil procedente de mi seguía saliendo como un torrente infinito. La anciana
lamía el borde y cuando intentaba continuar hacia el centro del círculo, el borde
se volvía a llenar y ella de nuevo regresaba a lamerlo; primero con un gustoso
apetito y luego con desesperación, como deseando tener más lenguas que la
ayudaran en aquella labor. Tuve que cerrar los ojos por que la intensa luz naranja que
reinaba en todo el lugar los hería fuertemente, mientras que la energía inútil
seguía saliendo de mi cuerpo como una fuente ilimitada.
A veces escuchaba la voz de
la anciana intentando tragar toda esa energía y la mujer se oía ahogada en medio de sus lengüetazos.
Calculé que habían pasado unos quince minutos cuando abrí los ojos y pude verla
aun lamiendo los bordes del círculo, totalmente desesperada y fuera de sí, moviéndose
a gran velocidad pese a su edad...la vieja estaba mesmerizada en aquella acción de lamer la
energía que seguía saliendo de mi cuerpo. Pasó un tiempo y continuaba viéndola fuera de si, aun
lamiendo el desbordado límite del círculo.
Unos momentos después, de detuvo y me miró. Trató de decir algo pero su voz ahogada no me permitió escuchar. Se tomó el pecho y calló de espaldas estrellando su cuerpo contra la mesa de centro de la sala. La energía inútil seguía fluyendo de mi cuerpo hacia el círculo de Abasa. Unos minutos después, caí al piso y me desmayé.
Unos momentos después, de detuvo y me miró. Trató de decir algo pero su voz ahogada no me permitió escuchar. Se tomó el pecho y calló de espaldas estrellando su cuerpo contra la mesa de centro de la sala. La energía inútil seguía fluyendo de mi cuerpo hacia el círculo de Abasa. Unos minutos después, caí al piso y me desmayé.
EPÍLOGO
Hoy vi por la televisión que
habían inventado un nuevo formato para ver películas. Se llama Compact Disc (o
C.D). Es una lástima que Rafaelo no lo hubiera llegado a conocer. Tal vez rente
una de sus películas clásicas en su honor. No lo niego, a veces lo extraño, sobre todo
cuando íbamos a beber. Todos estos años he tratado de analizar lo que pasó esa
noche y sigo llegando a la conclusión que mi energía inútil fue lo que me salvó
la vida.
La abuela de Cuco se había alimentado de la energía de Rafaelo, pero al notar que mi inutilidad vista en términos de luces era mucho mayor, se lanzó ansiosa a comerla...sin embargo, esta era tan abundante, que no pudo con tanta y cayó muerta sobrecargada con mi energía inútil; supongo que no se puede acumular energía sin gastar ni un poco, porque el contenedor se malogra…fué su caso, creo...
Cuando abrí los ojos, estaba fuera del apartamento de Cuco y Ángela me miraba con ojos piadosos. Ella, de quien no había sabido nada desde el viaje a Moncowa, había olvidado de nuevo sus llaves y me fué a buscar al lugar donde tiempo atrás me había estallado una lámpara de cristal en la cabeza: El apartamento de Cuco. Allí me encontró desmayado en el piso de aquel desastre ocasionado por la anciana y su marioneta en una sala naranja con los restos esqueléticos de Rafaelo, el cadáver de Natasha y la misma anciana muerta por una sobredosis de mi energía inútil.
La abuela de Cuco se había alimentado de la energía de Rafaelo, pero al notar que mi inutilidad vista en términos de luces era mucho mayor, se lanzó ansiosa a comerla...sin embargo, esta era tan abundante, que no pudo con tanta y cayó muerta sobrecargada con mi energía inútil; supongo que no se puede acumular energía sin gastar ni un poco, porque el contenedor se malogra…fué su caso, creo...
Cuando abrí los ojos, estaba fuera del apartamento de Cuco y Ángela me miraba con ojos piadosos. Ella, de quien no había sabido nada desde el viaje a Moncowa, había olvidado de nuevo sus llaves y me fué a buscar al lugar donde tiempo atrás me había estallado una lámpara de cristal en la cabeza: El apartamento de Cuco. Allí me encontró desmayado en el piso de aquel desastre ocasionado por la anciana y su marioneta en una sala naranja con los restos esqueléticos de Rafaelo, el cadáver de Natasha y la misma anciana muerta por una sobredosis de mi energía inútil.
Momentos después pude
entender la mirada triste de Ángela al rescatarme de aquel lugar. El círculo de
Abasa me había cobrado la energía y mis piernas se habían ido poco a poco convertidas
en destellos naranjas. Ahora, solo tenía por extremidades unos hilos de carne y hueso que colgaban de mi cadera.
Antes de irnos, le rogué que regresáramos por Margarita.
Lo que encontramos no fue nada agradable. Cuco había desaparecido por completo. Sus ropas estaban en el piso rodeadas de su saliva verde, como si finalmente se hubiera convertido en esto mientras ensalivaba a Margarita. Ella estaba cubierta de una masa proveniente de aquella salivación endurecida. Con dificultad, pudimos romper aquel recubrimiento y la hallamos aún viva. Pero ya no era Margarita. Era una mujer tiesa y fría, como un maniquí idéntico a un ser humano, pero seco por dentro y por fuera. Cuco la había convertido en la nueva marioneta de su abuela para que en un futuro buscara otra cosecha de energía inútil; mas, al ya no haber quien la manejara, la marioneta quedó estática a la espera de algún mandato.
Antes de irnos, le rogué que regresáramos por Margarita.
Lo que encontramos no fue nada agradable. Cuco había desaparecido por completo. Sus ropas estaban en el piso rodeadas de su saliva verde, como si finalmente se hubiera convertido en esto mientras ensalivaba a Margarita. Ella estaba cubierta de una masa proveniente de aquella salivación endurecida. Con dificultad, pudimos romper aquel recubrimiento y la hallamos aún viva. Pero ya no era Margarita. Era una mujer tiesa y fría, como un maniquí idéntico a un ser humano, pero seco por dentro y por fuera. Cuco la había convertido en la nueva marioneta de su abuela para que en un futuro buscara otra cosecha de energía inútil; mas, al ya no haber quien la manejara, la marioneta quedó estática a la espera de algún mandato.
Al otro día nos mudamos de
allí y nos fuimos a vivir al sur de Victoria. Nuestro escape fue rápido porque
no teníamos como explicar los cadáveres en la sala de Cuco, y porque además, encontramos mucho dinero guardado en las habitaciones. Al principio me costó un poco
de trabajo moverme con esta silla de ruedas, pero luego pensé que si aún
tuviera piernas, tendría que usarlas y eso me cansaría más; además en la silla
de ruedas puedo esconder algunas botellas de alcohol cuando voy de viaje en
avión.
Aunque insistí en traer a
Margarita con nosotros, Ángela se opuso, así que la dejamos en nuestro antiguo
apartamento, escondida en un armario con llave. No quiero ni imaginar la cara
que pondrán los nuevos inquilinos cuando la encuentren… ha de ser
divertidísimo.
A veces pienso que siempre
he estado predestinado a ser un inútil, y eso es lo que mejor se hacer. Finalmente
fue lo que me salvó la vida. ¿y... que es la vida? Bueno, la vida es estar sentado
en mi silla de ruedas, comiendo frituras, emborrachándome y viendo la lucha libre. Mi gran premio y todo lo que
realmente me merezco y lo único que realmente necesito para vivir.
FIN