viernes, 4 de abril de 2014

De la Serie: "Aquellas Raras historias de Latinoamérica": El Tsunami de Chicha Morada


El tsunami de chicha morada.
Primera Parte






Aquellos quienes han tenido la oportunidad única de probar un vaso de chicha morada, concordarán con el autor en lo magnificente de la textura, color y sabor único de esta bebida peruana. Hoy se beben hogares, restaurantes y reuniones sociales por hombres, mujeres y niños, pero no fué siempre así.

Existió una época oscura donde se desató una secreta guerra que marcó la historia de este país, una extraña confrontación no de hombres, sino de bebidas, y de las ideas e intereses que tras ellas se escondían.

Para quienes tienen el privilegio de tenerla a la mano, ¡alcen sus vasos de chicha morada y brindemos por la luz que se vió después de esta guerra!, (aunque no fuera de los más diáfanos de los resplandores...)

La invasión se produjo en la media noche un 8 de julio, y su presencia causó el más aterrador pánico en los habitantes limeños. Empezaron a salir por todas partes, abriéndose espacio desde el fondo del piso a través de  agujeros de no más de 20 cms de diámetro que en cuestión de segundos crecían a varios metros para poder dar abasto a su inmensa cantidad.
El problema se hizo emergencia cuando las autoridades impotentes, las vieron abrirse paso desde el fondo de la tierra y salir por todas partes en el parque de Miraflores, en solo instantes, las cucarachas treparon los árboles del parque y devoraron a todos los gatos que solían residir en aquel lugar. Los insectos entraban por puertas y ventanas, se metían a los automóviles, llenaban albercas y piscinas y pocos días después toda la población en Lima permanecía encerrada en sus casas, tratando de mantener al margen a la plaga de cucarachas tapando cada rincón donde estas podían entrar, pero…era una misión casi que imposible; por más que cubrían cada pequeño espacio, estas terminaban entrando a las casas a través de los lugares menos esperados: los grifos del agua, las tomas eléctricas, los sanitarios...Las autoridades hacían esfuerzos infructuosos por detener y exterminar la plaga que azotaba la capital peruana.


La fumigación no fue suficiente y por cada tonelada de cucarachas muertas, salían en pocas horas otras tres aún más rápidas y voraces.
Pronto habían acabado no solo con la vegetación de la ciudad; además invadieron  basureros y se alimentaron de todo lo que había en los mismos; cazaron y devoraron a cuanto animal callejero se encontraba en las calles de Lima.
El siguiente paso desesperado  de las autoridades fue la incineración.
Cientos de policías hicieron fogatas por toda Lima e intentaron sin éxito replicar el fuego dirigido en contra de los insectos; pronto el hedor expelido por las cucarachas quemadas se convirtió en una nube tan densa que impidió toda visibilidad por parte de los oficiales.  Contrariamente, las cucarachas (casi ciegas de nacimiento) no tenían inconveniente y se multiplicaron haciendo insignificante el fuego que rondaba la ciudad. Solo bastaron cuatro días desde el momento en que apareció la primera cucaracha para que Lima fuera una ciudad en estado de emergencia a nivel mundial.



La primera fortaleza levantada para evitar la entrada de la plaga se hizo en solo dia y medio. Era una impresionante muralla electrificada de más de 9 metros que altura que recubría en su totalidad todo el perímetro de la Octopuss Kola, o más conocida comúnmente como la "OK Kola".
La "OK" era un imperio mundial de los refrescos y gaseosas que había llegado al Perú hacía más de 8 años y  en poco tiempo había sacado del  mercado a las gaseosas locales, posicionándose como la bebida gaseosa No 1 en la ciudad, a tal punto que habían obligado a la competencia a venderle sus fábricas a precios ridículamente irrisorios. La técnica no era difícil de entender:
Sabor diferente, fórmula secreta, y una impresionante cantidad de millones invertidos en mercadotecnia en todos los medios de comunicación existentes enfocados a los mas jóvenes.
Pronto, beber "OK" Kola estaba de moda y era sinónimo no solo de libertad sino de imagen. No se podía ser alguien feliz si no se compartía o disfrutaba una "OK" Kola, si no se tomaba una, no habían buenos momentos; y este slogan, parecía repetirse y ser parte ya de las costumbres de los habitantes de Lima,a tal punto, que en  plena crisis sanitaria producida por la invasión de las cucarachas, muchos jóvenes todavía salían a la calle solo en busca de una "OK" Kola, sin importar tener que caminar sobre capas y capas de cucarachas que  crugían como hojas secas al ser pisadas.



La OK" Kola parcia ser la única empresa en medio funcionamiento, a pesar de que, poco a poco, aquella barrera eléctrica se estaba volviendo obsoleta. De alguna manera, las cucarachas habían encontrado la manera de entraran a la gran planta de producción y empezaban a colarse entre la ropa de los operarios para hacer sus nidos y reproducirse en los sitios donde el calor proveía las condiciones adecuadas para incubar sus huevos.
No suficiente con esto, las autoridades pidieron a la planta que les cediera el sistema de protección eléctrica para instalarlo en los hospitales de la ciudad.

Como era de  imaginarse, no cedieron su propio sistema de seguridad, sino que pidieron un nuevo que sería arrojado desde un gigantesco avión carguero en un término no menor de 11 días. Posteriormente darían los planos para la construcción de nuevos sistemas que replicarían en otros hospitales. El costo no involucraba monto alguno, siendo la única condición para ello el de ordenar el fin total y definitivo del único enemigo que la OK" Kola tenía en la ciudad, un enemigo mucho más arraigado y poderoso que las mismas cucarachas que lentamente empezaban apoderarse de su planta protegida por la electricidad: su gran enemiga, La Gran Chicha de Cuzco.

Si bien, la gran chicha de  Cuzco no venía de este legendario lugar, el solo nombre  le había dotado de un misticismo y una energía contundente. Por siglos, la chicha morada había sido la bebida reinante no solo en el país inca sino que se consumía fuera de su territorio con inmensa aceptación. Al ingresar la OK" Kola al Perú, pudo exterminar con relativa facilidad a sus competidores locales, gracias a sus estrategias de mercadotecnia, pero no pudo desbancar a los productores de chicha morada, permaneciendo todavía como la bebida más consumida en el país. Algo que la OK" Kola se había permitido en ningún país donde había penetrado.

Los pequeños productores industriales fueron saboteados con facilidad, mientras que paralelamente la OK" Kola compraba a las fabricas de refrescos y gaseosas locales;  pese a esto, la chicha morada se continuaba consumiendo. Pronto el gigante extranjero tuvo que tomar medidas mas drásticas para quitar más mercado y posicionarse como líder: en una inteligente y  corrupta jugada, patrocinó y financió a un grupo político que al ser finalmente elegido, logró que se prohibiera la elaboración de chicha morada dentro del área urbana de Lima, argumentando motivos sanitarios en su realización que podían afectar el medio ambiente dentro de la periferia. Pese a lo ridículo de las argumentaciones, la ley se implementó y los pocos productores sobrevivientes se unieron para buscar una solución final que los llevara a continuar con la producción de chicha morada.

La Gran Chicha de Cuzco se convirtió en la única alternativa para evitar la desaparición absoluta de la chicha morada a manos de las sucias jugadas de la OK" Kola. La unión de los productores limeños se instaló en el único lugar que escapaba a la cobertura de la ley anti chicha morada: una vieja plataforma petrolera abandonada, a 11 kilómetros mar adentro justo frente a playa de  Chorrillos. Si bien la ley anti chicha morada era altamente prohibitiva, tenía un error que había sido aprovechado por La Gran  Chicha de Cuzco: La producción estaba vetada en el área urbana, no hablaba nada de la distribución, por lo cual, grandes barriles de madera eran llevados a tierra desde la plataforma marítima a través de las lanchas de pescadores lugareños y distribuidos por viejos camiones y taxis a los centros de venta donde muchos esperaban incluso horas para tomar un vaso de la tradicional chicha morada.
Después que la ley se había encrudecido frente a los productores caseros de chicha (se conoce el caso de una abuela que fue encarcelada por hacer una jarra de chicha y darle un vaso a su nieto), la “OK" Kola preparaba una contraofensiva contra su rival, pese a haberle ganado con la ley un buen porcentaje del mercado.

Accediendo a los requerimientos de la “OK" Kola, ahora todas las autoridades debían no solo combatir los insectos que inundaban toda Lima, sino que debían evitar a toda costa que los botes con chicha morada provenientes de la plataforma llegaran a tierra. Las embarcaciones eran regresadas a la fuerza so pena de ser vertido su  contenido al mar. En tierra, los pocos lugares donde aun se vendía la chicha fueron cerrados y algunos de estos llegaron a ser incinerados argumentando que eran un punto de reproducción masiva de las cucarachas.
Aislados en alta mar, los trabajadores de la Gran Chicha de Cuzco, continuaron produciendo chicha morada y pronto crearon un monumental tanque de almacenamiento de 47 millones de galones para guardar la chicha; habían procurado abstenerse de todos los recursos necesarios por lo que el maíz no era un asunto de preocupación.  Continuaban produciendo la  chicha morada mientras buscaban la manera de hacerla llegar a Lima, mientras que en la capital peruana solo reinaban, la soledad, las cucarachas y la “OK" Kola.



Solo restaban unas seis horas para la llegada del helicóptero que dejaría en tierra el nuevo sistema eléctrico desarrollado para evitar la entrada de las cucarachas a los hospitales y e  implementado en silencio por parte de la “OK" Kola desde el momento en que habían desatado la plaga de  insectos paridos desde el centro de la tierra al escavar los recursos de la misma.  Con la llegada del nuevo equipamiento, venían además los nuevos componentes eléctricos para re potenciar el sistema repelente de la planta, con la cual se buscaba desterrar del todo a las cucarachas del lugar, las cuales ya habían salido dentro de algunas botellas de “OK" Kola en un restaurante de San Isidro.

martes, 23 de julio de 2013

De la serie: "Aquellas raras historias de Latinoamérica" : Belice: The new nation of punks


Belice: The new nation of punks














El rumor se extendió como pólvora : Llegaron a la madrugada y sin decir nada les dieron una paliza. Eran seis chicas  y las golpearon hasta reventarles los ojos y tumbarles los dientes.

En el periódico no salió nada, No valia la pena gastar tinta en esa "plaga despreciable" que azotaba Londres. Esos punks vagabundos de ropas sucias y raídas se habían constituido en un fastidio indeseable del que nadie quería saber;  así que cuando esas chicas ebrias empezaron a gritar improperios a unos royal marines, estos no escatimaron esfuerzos y las golpearon brutalmente.
La Primera Ministra, esperando una reacción inmediata de parte de los punks, triplicó  la fuerza policial e  impuso un toque de queda en los suburbios más peligros, volcó gran parte de la caballería a las calles e incluso la armada transitó Londres con la orden de reaccionar contundentemente ante el mínimo asomo de revueltas por parte de los punks.

Aunque las personas contaban los minutos para que los enfrentamientos comenzaran, nada ocurrió. No hubo disturbios ni los punks atentaron en absoluto en contra de nada ni de nadie; incluso una gran cantidad de ellos desapareció de las calles como si las medidas de seguridad de la Primera Ministra los hubiera hecho esconderse  bajo  tierra como ratas.

La Primera Ministra sonrió tímidamente mirando por la ventana de su despacho: ya no se veían esas odiadas crestas rojas en la calle. Había ganado la batalla.

Una noche, justo cinco días después de que los policías golpearan a las mujeres, apareció una gigantesca mancha humana dirigiéndose al Puerto de Londres. Cientos de Punks marchaban armados hacia un solo objetivo en común: iniciar la peor revuelta de toda la historia de Inglaterra, empezando por el linchamiento de aquellos marines que habían golpeado a las mujeres y que se encontraban asilados en el buque Elizabeth of the Seas.

Dung Dunggie no era desconocido para las autoridades. Su escandalosa y viciosa vida era del común saber de la policía, Había estado más de una docena de veces en prisión y era considerado altamente peligroso; entre su prontuario figuraba vandalismo, uso ilegal de armas, porte y consumo de narcóticos, escándalo en vía pública, robo, agresión a la autoridad y un sinnúmero de delitos más; Pero si había algo por lo cual era más temido por la ley, era por su inigualable capacidad de liderazgo sobre los punks, Dung Dunggie lideraba una estrambótica banda de punk rock: Dead Rotten Gospell; sus conciertos siempre finalizaban en arrestos, golpizas y espectadores heridos. 

Aquel ataque inesperado de los cientos de punks hacia el Elizabeth of the Seas era obra suya. Sabía que los ataques esporádicos a la propiedad privada no tendrían una mayor trascendencia, y que para llevar la destrucción a su límite, habría que hacerlo de un solo golpe; debían aprovechar que gran cantidad de las autoridades estaban patrullando la ciudad y que los restantes que vigilaban el puerto no eran suficientes para contener lo que se aproximaba. Gracias a su gran poder de convocatoria, había logrado que las ansias de destrucción y venganza de cientos y cientos de punks aguardaran por unos pocos días, para darle así el inicio al final del sistema. Por supuesto que  correrían ríos de sangre. Ya no habría más futuro en Inglaterra, ni para ellos, ni para nadie.
La masa compacta de punks tomó con facilidad el puerto. Los militares y autoridades fueron reducidos de inmediato. Aunque dispararon varias ráfagas contra los atacantes, fue imposible terminar con la incontable cantidad de furiosos punks hambrientos de destrucción. Rodeados por los mismos, los militares terminaron suplicando por su vida antes de ser pisoteados por la infantería del no futuro. En pocos minutos la masa se había tomado el puerto y llegado al buque sin el mayor inconveniente. Era imposible combatir contra aquella densa fuerza humana que llevaba la destrucción a su paso. Dung Dunggie solo sabía que los marines estaban dentro del buque, pero no conocía su ubicación exacta dentro del mismo. La idea era sencilla: destruir el lugar, encontrar a los marines, lincharlos y desmembrarlos antes de que todas las fuerzas militares se volcaran para repeler el ataque. En pocos minutos, el Elizabeth of the Seas se había convertido en el más grande pandemonio de Inglaterra. A medida que la destrucción continuaba, un vapor amarillo empezó a cubrir el piso del buque y quienes se encontraban allí, empezaron a caer uno a uno víctimas de su inhalación. 
La Primera Ministra desde su despacho, soltó una carcajada aterradora.
El sol empezó a hacerse más fuerte y poco a poco hizo que se todos despertaran  por el calor inclemente que ya empezaba a quemar las pieles. 

Poco a poco se fueron poniendo de pié. Tambaleantes como por el efecto de una resaca de millones de galones de licor, los punks se dieron cuenta que ya no se encontraban en el Elizabeth of the Seas,  ni mucho menos aquel lugar era Londres



Caminaron entre la vegetación, muchos tomaron diferentes caminos y se internaron en la selva, unos  buscaron tierras altas para divisar mejor el lugar donde se encontraban, otros pelearon entre si valiéndose de las cadenas, navajas, bates y manoplas que llevaban al momento de ingresar al puerto; entonces, una gran parte del grupo que avanzó al occidente descubrió por fin en medio del asombro el lugar donde se encontraban:
El gran anuncio verde decía:
"Welcome To Gautemala"

Bajo el mismo anuncio, en el puesto fronterizo militarizado del otro lado de la frontera, los oficiales vieron con asombro como  empezaban a acercarse lenta y peligrosamente cientos de punks quienes presa de la sed y el hambre creyeron encontrar algo de provisiones de aquel lugar.

La reacción no se hizo esperar, y las autoridades advirtieron al gran grupo de punks que se alejaran del lugar. Estos al no entender español, y viendo el asomo de autoridad, se lanzaron armados de sus cadenas y armas, siendo atacados por las balas gautemaltecas. 
Los sobrevivientes se refugiaron en la selva y lograron encontrarse con otros  punks. Esa noche vieron sobrevolar helicópteros sobre la frontera y algunos camiones militares patrullaron los alrededores sin adentrase mucho en el lugar.
Sin respuesta alguna sobre como habían llegado a aquel lugar selvático donde se hablaba otro idioma, los punks se ocultaron dentro de la selva. Cada vez que un grupo se acercaba a un poblado eran interceptados por las autoridades, golpeados y de nuevo regresados a la selva. Lo único que recibían para sí, aparte de las golpizas era un:
-Back to the jungle!!!, fucking junkie
 A medida que avanzaban las semanas, los sobrevuelos de helicópteros se hicieron más frecuentes y la militarización de la frontera con Guatemala se triplicó. Los punks sobrevivientes se internaron más y más en el fondo de la selva,  donde el sonido se confundía con los movimientos y todo se hizo denso. Pronto creyeron que habían entrado en una dimensión diferente. La realidad como la creían conocer dejó de ser la misma. Entonces los conocieron.

Lo que había ocurrido trascendió las fronteras y fue ampliamente registrado por la prensa. Aquel ataque descarado de los criminales de Belice contra el puesto fronterizo guatemalteco se convirtió en noticia mundial. A pocos meses de ser una nación totalmente independiente de la Corona Británica, estos criminales habían osado atacar a su nación hermana poniendo a los dos países ad portas de una guerra.

Inglaterra no podía dejar al casi  nación soberana en manos de inadaptados que en cualquier momento podían esparcir la semilla de la anarquía. Bastante tenían ya con esos molestos Mayas que seguían resistiéndose a ser civilizados y continuaban poniendo oposición al progreso. Era un deber moral de la corona con Belice y sus vecinos fronterizos el evitar que esta situación pasara a mayores. Si habían podido convertir ese díscolo movimiento de los punks en jóvenes trabajadores idóneos con las políticas de progreso de la Primera Ministra (tal como lo documentó la televisión), Inglaterra tenía que  hacer lo mismo en sus territorios centro americanos.
"La independencia de Belice debería postergarse por tiempo indefinido hasta que Inglaterra no cumpla con su compromiso de estabilizar las fracturadas relaciones con sus vecinos y reestablecer el orden".

Las palabras de la Primera Ministra hicieron eco en la televisión mundial y la reiteración de su compromiso abolió cualquier cercana independencia del pequeño país. No sería fácil: los nuevos movimientos rebeldes dentro del territorio se habían ensañado en hostigar no solo las fronteras sino los poblados y todo aquel lugar donde el orden, el progreso y la libertad estaban presentes...
El vigésimo segundo año de la conmemoración del ataque rebelde fronterizo contra Guatemala coincidió con la independencia definitiva de Belice. Habían tenido que pasar 22 años para lograr que de nuevo este país quedara libre de la maldad que la aquejó y que estuvo a punto de expandir el caos a todo centro América. Ahora, en una fastuosa ceremonia, El Primer Ministro Británico concedía la independencia en medio del júbilo de sus habitantes. Belmopan lucía realmente exuberante, una ciudad moderna y altamente tecnificada, digna representante del progreso británico que desde ahora sería únicamente nacional. Los Primeros Ministros tanto de Inglaterra como de Belice se abrazaron en un acto fraterno. Una nueva nación por fin nacía, una nación libre de delincuencia y llena de paz a tal punto, que no requeriría ejército alguno, un ejemplo para el resto de América. Un regalo de Inglaterra para el continente americano.  Luego del abrazo,  todos caminaron por una avenida tapizada de orquídeas negras. El Primer Ministro de Belice se detuvo por un momento, puso la mano en su pecho y encontró un palo afilado que lo estaba atravesando. Alzó la mirada y justo antes de caer al piso vio como un inmenso ejército mestizo de piel cobriza, ojos azules y crestas de colores tomaba por sorpresa la celebración. Ya no eran los mismos mayas escondidos en la selva, ni tampoco los punks sacados de su país por medio del engaño de Dung Dunggie- quien siguiendo las órdenes de la Primera Ministra, había conducido a cientos y cientos de punks hacia el buque para ser llevados a Belice y ser  utilizados por el gobierno para crear un falso estado de emergencia en el pequeño país-. Ahora, eran ahora una nueva raza creada en lo más profundo de la selva y que había esperado más de dos décadas para reclamar su lugar.
El ataque fue imparable, estratégicamente planeado por la sabiduría maya y con un perfecto grado de destrucción generado  por la herencia punk. 
Allí mismo proclamaron la independencia, no como una nueva nación libre de la Corona Británica, sino un como un nuevo país salido del crisol de la manipulación y desarraigo…era Belice, la nueva nación de los punks.


Lo que el mundo vivió después de aquel día quedará registrado en la historia como la primera de una serie de  increíbles guerras en aquella parte del continente.  Pero esa… esa es otra historia.


domingo, 31 de marzo de 2013

De la serie: "Aquellas raras historias de Latinoamérica" : Ninjas de Cochabamba



                           
                             NINJAS DE COCHABAMBA



La última vez que el  más grandioso chuño concebido por el hombre, fué visto sobre la faz de la tierra, se perdía en las  profundidades del lago Alalay, en Cochabamba, Bolivia.

Por aquellos tiempos, Julio  Acarapi era uno de esos extraños personajes de quien toda Cochabamba hablaba en voz baja; especialmente porque después de haber financiado la construcción de la majestuosa iglesia de Nuestra Señora del Noyola y ser nombrado "Hijo favorito de la ciudad"; había desaparecido de la vida pública para enclaustrarse en una fortaleza que había construido a orillas del mismo lago.

Acarapi, otrora labriego de origen muy humilde, era un hombre muy querido por el clero,  ya que constantemente realizaba donaciones benéficas para obras religiosas; pero según las malas lenguas, tras del altruismo del boliviano, se escondían oscuras acciones que muy frecuentemente ponían en entredicho el origen de su fortuna. El rumor general, consistía en que Acarapi, había hecho un pacto con el diablo, y que, cada vez que la iglesia realizaba alguna actividad con estos donativos, el templo y los feligreses quedaban malditos para toda la eternidad.

Hastiado de escuchar los rumores y comentarios sobre el origen del dinero para las donaciones que se le hacían al clero, el nuevo Arzobispo de Cochabamba (quien se había establecido en la ciudad, luego de la inauguración de la iglesia) decidió visitar a Acarapi para conocer en persona al mecenas y de paso esclarecer de una vez por todas los rumores sobre el origen de su riqueza.

-Su dinero se lo dá el mismísmo demonio!-le decían sus allegados; -"Era un campesino sin dónde caer muerto...ahora, su fortuna es incontable!"-afirmaban otros; -"Su dinero está maldito....nos está condenando!"-decían algunos más...y  estas mismas voces se replicaban al unísono en toda Cochabamba; Sin embargo  el religioso, armado del valor que su fe le deba  no hizo caso a las advertencias, y montando en su caballo, cabalgó a escondidas de los demás miembros de la comunidad, y llegó al atardecer a la puerta de la fortaleza solitaria de Julio Acarapi para pedir audiencia con este.

Corría el mes de agosto de 1911, una fecha que Cochabamba recordaría para siempre.

El nuevo Arzobispo de Cochabamba no solo encontró un Acarapi totalmente opuesto a la imagen de servidor de Satanás que la gente tenía de el; por el contrario, halló un anciano solitario, muy humilde en su actuar y con un altísimo respeto por las jerarquías religiosas. El Arzobispo, ya ducho en el trato de feligreses, manejó la situación del encuentro de una manera inteligente, agradeciéndole en nombre de Su Santidad las donaciones y bendiciendo su hogar con su visita inesperada. Con el pasar de las horas, El religioso empezó a indagar sobre la vida de Acarapi, ganándose su confianza con relativa facilidad, y pese a que el hombre, aún conservaba las costumbres reservadas del habitante del altiplano, no pudo negarse a responder cuando el religioso le preguntó a quemaropa, sobre el origen de su fortuna.

-Su eminencia-contestó el hombre-sé que muchos dicen que mi dinero está favorecido por el ángel caído- pero solo Dios sabe que eso no es verdad; puedo jurar por la santa cruz que no hay nada malvado en ella; yo solo soy, víctima de un favor de nuestro señor...

Ofuscado por lo que parecía ser una seguidilla de evasivas para responder el origen de la fortuna, el Arzobispo le hizo ver que estaba incurriendo en un pecado al haber nombrado el nombre de satanás ante un representante de Dios en la tierra, pero que gracias a su generosidad con la iglesia, el podía absorberle si lograba decirle toda la verdad sobre el misterioso origen de su fortuna.

Forzado a hablar o condenarse, Julio Acarapi le contó toda su historia:

Le narró la leyenda de un místico tubérculo nacido de las tierras vírgenes del altiplano boliviano, blindado esotéricamente al extremo frio y la lluvia, y procesado por cientos de años por chamanes Qutas, quienes no solo se encargaron de preservarlo, sino que le dotaron de poder y magia inconmensurables. El chuño (como se llamaba este tubérculo), había sido escondido con recelo por sus antepasados indígenas ya que quien llegara a estar en su presencia, se convertiría en el ser más grandioso jamás conocido, un ser omnipotente pudiendo incluso igualar en poder y sabiduría de sus mismísimos dioses.

Muchos años atrás y mientras buscaba tierras para sembrar papas, Acarapi había resbalado en un montículo de tierra y caído a través de un surco en la montaña, quedando atrapado en una profunda grieta. Después de varios días de buscar una salida de esta y debilitado por la falta de alimento y agua, encontró por fin un pozo de agua potable y en el, un jarrón de barro con varios tubérculos dentro, los cuales devoró de manera inmediata a excepción de uno muy particular por su extraña luminiscencia, el cual guardó entre su ropa. Unas horas después y milagrosamente, había encontrado una salida siguiendo un pequeño camino de agua. Agradecido a Dios por haber encontrado la salida, enterró el chuño luminiscente en el jardín de su casa a modo de amuleto. Meses después cuando su esposa arreglaba la tierra para sembrar nuevas flores, empezó a hallar cientos de monedas de oro alrededor del Chuño. A medida que el y su esposa sacaban monedas, estas parecían multiplicarse aún más. El torrente de monedas no cesó hasta que el hombre no sacó de la superficie al Chuño, entendiendo de inmediato su naturaleza mística. La fortuna de la pareja crecía cada vez que enterraban el chuño. Las bendiciones también vinieron y pronto tuvieron 9 hijos, uno  tras  otro.  El chuño no solo le había dado gran fortuna sino prudencia, extrema sabiduría y longevidad tal que, enterró uno a uno a sus hijos y a su mujer cuando llegó el momento, y se quedó solo aunque no solitario.  Decía que él y el chuño eran cuidados por los espíritus de los Qutas y que por eso nadie había podido hacerle daño ni quitarle la vida, la fortuna y ni al mismo tubérculo. Este había sido un regalo de Dios y ahora, debía retribuirlo a su iglesia con el fin de hacer sus últimos años más próximos a este. El Arzobispo quien no creía en  historias de indios ni mucho menos en cuentos de un anciano senil, abandonó el lugar pocos minutos después en medio de una gran decepción. Sin embargo, la duda continuó remordiendo su razón por un par de dias , hasta una noche en que, ya no la pudo soportar más y los llamó.



Ellos eran solo tres, pero eran lo suficientemente hábiles como para perpetrar cualquier misión por más arriesgada que fuera y enfrentar al más numeroso de los ejércitos. No venían de tierras distantes, ni mucho menos del lejano oriente; habían nacido y forjado en las alturas extremas de Bolivia. Eran letales y estaban a su servicio. Eran los  tres ninjas y ahora, y por sus órdenes, entrarían en la fortaleza de Acarapi y robarían el chuño para él; lo harían rápida y sigilosamente enfrentando los peligros que fueran para lograrlo, incluso, enfrentarse a los espíritus Qutas protectores. Los poderes de aquel tubérculo eran algo totalmente ajeno a los dogmas que profesaba, pero, aquella incalculable e inexplicable  riqueza del boliviano continuaban  siendo inquietantemente sospechosas. Sus ninjas encontrarían el chuño y funcionara o no, nadie más se enteraría y pondría en juicio esta acción; aunque, ya en el fondo de su corazón guardaba la idea de hacerse del poderoso tubérculo y dotar a la iglesia de un sinnúmero de obras y otros templos adecuados para la creciente población de Cochabamba. Una acción sin duda válida para una causa más que necesaria.

Dos noches después de la visita del Arzobispo, los tres ninjas volaron sobre los techos de Cochabamba hasta llegar a la fortaleza de Acarapi. Se deslizaron como sombras penetrando al lugar por una estrecha ventana. Ninja Amable, quien entró en primer lugar, dejó un cordel durante su recorrido para guiar a sus compañeros al interior de la fortaleza. Ninja Creyente le siguió en la oscuridad  ayudado por el cordel, y mientras Ninja Amable se dirigía directamente en busca del anciano,  Ninja Creyente buscaba hábil y silenciosamente en cada rincón del lugar al chuño, sin importarle cambiar el orden de las cosas que Acarapi tenía en su hogar, y con la habilidad de ver lo invisible, buscó los espíritus de los Qutas para enfrentarlos, por si en su poder podía estar el tubérculo. Por último entró Ninja Acero y prendió fuego al cordel que Ninja Amable había dejado al entrar a la fortaleza, el cual de hecho era una larga mecha de dinamita que terminaba en la puerta de la habitación del viejo y que les daba exactamente diecinueve  minutos para encontrar de cualquier manera al tubérculo y huir con el antes de la destrucción total del lugar ordenada por el Arzobispo. Ninja Acero buscó las trampas de la fortaleza y a los posibles guardianes humanos que podían proteger al chuño.

En tan solo quince minutos, Ninja Creyente y Ninja Acero habían rastreado la fortaleza por completo sin hallar ni guardianes humanos ni espíritus Qutas; mucho menos al chuño; entonces, en total silencio se dirigieron velozmente a la habitación de Acarapi, y encontraron a Ninja Amable en perfecto equilibrio sobre la cabecera de la cama del anciano, mirándolo con ojos inexpresivos. Al sentir la presencia de sus compañeros, Ninja Amable se percató que quedaban pocos minutos para que el fuego llegara a la gran cúmulo de dinamita que había puesto justo debajo de la cama del hombre y que junto con la demás dinamita distribuida en la fortaleza del hombre, destruiría en su totalidad la fortaleza.

Ninja Amable tomó a Acarapi por el cuello despertándolo de inmediato y lo alzó a la altura de su rostro con relativa facilidad.

-Chuño…muerte-le dijo Ninja Amable al anciano.

Este lo miró con ojos piadosos y señaló el viejo baúl que se encontraba a los pies de su cama. Los demás ninjas se lanzaron hacia él, e intentaron abrirlo sin éxito pese a estar protegido no por un fuerte candado sino por un sencillo amarradijo de tela.

-Abrir…muerte-le dijo de nuevo Ninja Amable con su aterradora voz arenosa.

Acarapi se dirigió tembloroso hacia el baúl y desamarró lentamente el nudo de tela que protegía al baúl. Ninja Creyente, quien podía ver más allá de lo invisible, notó que aquella tela no era más que un retazo de la mortaja del último hijo del anciano y que como vínculo de su sangre, se había convertido en el más poderoso seguro para el baúl. Cuando el viejo logró desatar el último nudo, Ninja Acero notó que el fuego en la mecha estaba a pocos centímetros del cúmulo de explosivos. Ninja Creyente abrió la tapa del baúl y una gran luminiscencia salió de este; pocos instantes después este brillo se confundió con la explosión de la dinamita que hizo estallar el lugar instantes después de abrir la tapa.

El Arzobispo, quien se encontraba esperando dentro de una barca en medio del lago Alalay, vió volar sobre los aires la fortaleza del viejo Acarapi, mientras el cielo se iluminaba de un naranja brillante que daba paso al gran incendio que toda Cochabamba recordaría por años.

Segundos después caería malherido sobre su barca Ninja Amable, quien cargaba el baúl de Acarapi. Ninja Creyente, cegado por la fulgurancia del contenido del baúl, no había logrado hallar una ruta  de salida y había sucumbido a la explosión. Ninja Acero había sido golpeado por una gran roca derivada del estallido y su cabeza había quedado atrapada entre dos bloques de concreto. Ninja Amable entregó el baúl al Arzobispo y este lo abrió de inmediato. 

Tuvo que cubrir sus ojos para no ser herido por el brillo del único tubérculo que se encontraba en el interior. Lo sostuvo en sus manos y poco a poco acostumbró sus ojos a aquel fulgor. Ahora, por fin tenía un poder más allá de su imaginación y la riqueza estaba al pedir de su boca, grandes obras y riquezas vendrían para el y su congregación; luego vinieron a su memoria las palabras del viejo Acarapi, sobre el poder y sabiduría que convertirían a su portador en un ser superior, mucho más cercano a los dioses. Comprendió así que la riqueza era algo secundario, cuando el convertirse en este ser angelical y omnipotente era la verdadera virtud del chuño; entonces, comenzó a morderlo y masticarlo para absorber su poder por completo. Ninja Amable puedo ver como el Arzobispo comenzaba a brillar de la misma manera que el chuño, hasta que lo comió por completo, volviéndose una fuente de luz cegadora que le impedía ver con detalle lo que estaba ocurriendo; poco a poco, el Arzobispo empezó a mirar su cuerpo refulgente y ahora lleno de poder, pero, empezó a perder rápidamente la estabilidad dentro de la barca, sus extremidades no le respondieron y dejaron de ser lo que eran para convertirse en retorcidas raíces de tubérculo. En medio de los gritos del religioso, Ninja Amable vió como este se convertía en aquel ser lleno de poder y sabiduría cercana a los mismos dioses: un chuño, mucho más retorcido y brillante que el que había robado del baúl de Acarapi. El religioso perdió conciencia de su nuevo estado y siendo ahora un tubérculo, fue a caer fuera de la borda de la barca y se hundió en la mitad del lago Araray. Ninja Amable se lanzó por él al agua pero no lo encontró y terminó por ahogarse al igual que Ninja Acero.

Los funerales del Arzobispo fueron de los más recordados en toda la ciudad y su historia, como el hombre que intentó salvar al anciano Acarapi del ataque de los tres ninjas de Cochabamaba falleciendo en el heroico acto, se convirtió por muchos años en leyenda, hasta el dia en que fue beatificado luego de realizar una serie de increíbles milagros que incluían una oveja de seis cuernos y una sopa con el rostro de un futuro mesías, pero esa, esa es otra historia.


FIN

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